Conviene que comprendas con más claridad el poder del arte de
la medicina. Un médico sólo puede aliviar el sufrimiento de un reducido número
de personas. Combatimos sus enfermedades, vendamos sus heridas, reducimos las
fracturas de sus huesos y ayudamos a nacer a sus hijos. Pero consiguiente, a
pesar de nuestros conocimientos, habilidad y entusiasmo, algunos de los
pacientes se nos mueren; no tenemos que afligirnos en exceso ni sentirnos
culpables por el hecho de no ser dioses y no poder regalar la eternidad. En su
lugar, si los pacientes han aprovechado bien el tiempo, debemos alegrarnos de
que hayan gozado de la bendición de la vida.
Libro El Ultimo Judio
Escritor estadounidense Noah Gordon